Por Andrés García
Cuida tus palabras y estas cuidarán de ti. Este enunciado, que en su misma composición plantea un juego interesante de palabras, rebasa cualquier alcance semántico y físico para aterrizar en el plano de lo cuántico, al punto de determinar la calidad de vida que tenemos y nuestro entorno, presente y futuro.
Las palabras no se las lleva el viento, como reza el viejo aforismo. ¡Construyen nuestra realidad! Científicamente está comprobado que dependiendo de cómo hablamos, de la emoción que le impregnamos al pensamiento, los seres humanos creamos una frecuencia vibracional que termina por construir nuestra realidad. ¿Cuál es entonces la realidad que estamos construyendo? ¿Es realidad basada en la incertidumbre, el miedo, una sensación de impotencia o, por el contrario, es optimista, esperanzadora?
Basta con que hagamos el ejercicio de escucharnos conscientemente, escuchar nuestro entorno y, probablemente, encontrar la explicación de mucho de lo que nos sucede. El actual contexto de la pandemia, sin antecedentes en la historia de la humanidad, conllevó a un cambio en el vocabulario empleado por todas las personas en el mundo, independientemente de su idioma, nacionalidad o nivel de formación.
Al estilo del más versado de los epidemiólogos, el lenguaje cotidiano de hoy hace uso de una nueva terminología médica. Niños, jóvenes y adultos, sin excepción, tenemos a nuestro alcance un espectro más amplio de conceptos científicos que, así no conozcamos en profundidad, empleamos para definir una situación. Ahora bien, a su uso semántico se le suma una carga de emotividad - de tanto o mayor cuidado que la conocida carga viral - ligando a dicho término un sentimiento, sensación que poco o nada contribuye en nuestro bienestar, llegando en ocasiones a reemplazar el estado de ánimo habitual, personal y social, induciéndonos a uno de miedo permanente. Por lo anterior, no sería entonces equívoco considerar que si cambiamos nuestra manera de hablar, cambia nuestra disposición hacia la enfermedad y lo adverso.
La forma como se presentan las noticias, la manera como se cuenta acerca de la llegada de nuevas variables o cepas, el impacto que esto conlleva en la economía mundial, la cancelación de vuelos, los conglomerados de contagios, el cierre de actividades en algunas naciones, por citar algunos ejemplos, socavan cualquier asomo de esperanza, enrareciendo aún más el panorama. No se trata de ocultar o de desconocer la enfermedad pero si de darle un giro propositivo a su abordaje desde lo cotidiano, desde la palabra.
¡Hablar de enfermedad, solo atraerá más enfermedad! Quizá va siendo hora de que todos comencemos a “inmunizarnos” desde el lenguaje que empleamos, inoculando en nuestro argot expresiones positivas, de más alta vibración, como por ejemplo “Pronto saldremos de esto”, “Tenemos que seguirnos cuidando, pero lo vamos a lograr” donde la emoción positiva reemplace la carga negativa que implica el hecho de estar enfermos o sentirnos sobreexpuestos.
Llegó la hora de vacunarnos verbalmente e inyectar altas dosis de energía y esperanza al lenguaje cotidiano. Esto indudablemente fortalecerá nuestro sistema inmunológico de manera en que la forma de abordar el reto sume y no reste en el proceso. Lo natural es la salud, no la enfermedad. ¡La palabra sana!
(Los conceptos expresados no comprometen a la RAP Eje Cafetero, entidad de la cual soy su Director de Comunicaciones).
Comentarios
Publicar un comentario
NOTA: debido al lenguaje soez y a la incidencia de SPAM en algunos de los comentarios y para proteger a nuestros lectores, hemos decidido aprobar previamente los comentarios. Por lo tanto no todos los comentarios serán publicados.
Gracias por plasmar su huella social en esta sección de comentarios, quedamos muy agradecidos con su valiosa contribución personal.
IMPORTANTE: para denuncias, quejas, preguntas, horarios, formularios o todo lo relacionado a una noticia, nota o actividad, por favor, contacte directamente a la compañía o a la institución responsable de la información. Nosotros en elpereirano.com solo somos responsables de la publicación, mas no del contenido.